Como ya se ha convertido en una costumbre, el verano en Venezuela anuncia la esperada temporada de búsqueda de domos de granito hacia el sur del país. Esta es la única época en la que podemos acercarnos a ellos, ya que normalmente están rodeados de agua debido a las inundaciones provocadas por la crecida del río Orinoco.
Era hora de seguir nuestros datos de investigación y llegar a los lugares seleccionados para establecer nuestros campamentos y explorar la zona. Al adentrarnos por las trillas que nos guiaban hacia nuestro destino, nos topamos con un grupo de pescadores. Al conversar con ellos, nos advirtieron que tuviéramos mucho cuidado en la zona, ya que había dos campamentos de guerrilla colombiana. A esa "gente" no le gusta ser sorprendida; sin embargo, si avisan que están allí y no molestan, ellos no se metían con los turistas. Continuamos nuestro camino con un sabor agridulce tras recibir esa noticia sobre la actividad en la zona.
Nuestro primer objetivo era llegar a las riberas del río Parguaza, un lugar que prometía ser ideal para acampar: amplio, con aguas tranquilas y una comunidad dispuesta a compartir información valiosa sobre el área. Nuestra sorpresa fue enorme al llegar y ser recibidos por el cacique del Bajo Parguaza en su campamento de pesca. El Campamento La Urbanita, dirigido por el Sr. Miguel Muñoz, quien lleva más de 40 años establecido en ese lugar, da la bienvenida a todos aquellos que deseen visitar la zona.
Él realiza travesías por el río tanto para pescar como para el disfrute recreativo. El lugar es espacioso y limpio, perfecto para armar un campamento cómodo. Mientras conversábamos con el Sr. Miguel sobre nuestros planes en la región, su sorpresa fue evidente al conocer todo lo que deseábamos explorar. Nos orientó sobre los mejores lugares que podíamos visitar.
Con un nuevo día por delante y un plan modificado, nos dirigimos a la comunidad MareMare, donde fuimos recibidos por el Sr. Laica. Esta comunidad se ubica al pie del Domo El Gallo. Siguiendo las instrucciones recibidas, supimos que no podíamos andar por la zona sin un acompañante local; así que el Sr. Laica se convirtió en nuestro guía hacia el Domo. Sin embargo, elegimos subir por un lado bastante complicado; parece que él realmente quería que visitáramos rápidamente el lugar y saliéramos de la comunidad, preocupado por nuestra seguridad.
Salimos de la zona con la incertidumbre de quedarnos y tratar de conseguir los permisos correspondientes, la decisión fue seguir con nuestra aventura disfrutando del Carnaval en un lugar increíble que habíamos visitado hace seis años: el Kurum Parú.