domingo, 18 de noviembre de 2012

Serrania de Parguasa

 
 
El estado Bolívar es sinónimo de misterio y aventura, es poseedor de una variedad enorme de bellezas naturales, las cuales provocan un gran impacto visual y generan una atracción singular por tener características irrepetibles en el mundo. Majestuosas selvas tropicales, grandes y extensas sabanas, imponentes montañas y tepuyes, extensos ríos e impresionantes saltos de agua que emergen de esta extraordinaria región, por estas y muchas más razones siempre decidimos volver a estas tierras y tratar de conocer lo más que se pueda de esta región.

En esta ocasión visitamos el noroeste del estado en específico la Serranía de Parguasa, como es común el viaje comienza amaneciendo sobre las aguas del imponente río Orinoco. Ya en el poblado de Caicara tomamos la troncal 12 la cual nos llevaría hacia la tierra donde nace el aluminio, ya en esta zona se comienzan a ver las grandes formaciones de granito típicas de la zona de los Pijiguaos, esto nos indica lo cerca del campamento Bauxilun, grandes maquinarias se pueden ver al igual que las líneas férreas las cuales se dirigen hacia el río Orinoco para poder embarcar el cargamento de bauxita y sea llevado hasta Puerto Ordaz para realizar su proceso de transformación en aluminio.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Los Pijiguaos poblado que quedo detenido en el tiempo, cada vez que pasamos por este lugar siempre está en las mismas condiciones, bueno miento, ahora hay más y más motos por todos lados. En este poblado hicimos una rápida parada para visitar la Piedra de La tortuga, lugar pintoresco y para nuestro asombro totalmente limpio y mantenido, vale la pena hacer la parada allí. Continuando hacia nuestro destino pudimos notar como está zona esta olvidada por los organismos encargado del mantenimiento de las vías, es común ver grandes huecos, grietas, desniveles, puentes en precarias condiciones, frenazos por todos lados y lo lamentable, vehículos accidentados por culpa de estas condiciones.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Ya en nuestro punto de entrada hacia la serranía nos encontramos con unos pescadores los cuales nos informaron la trilla correcta que debíamos tomar, ya que, es muy fácil de perder debido a la gran cantidad de trillas marcadas por las motos, nuestro primer punto era la piedra La Pica, ubicada en una amplia sabana dentro del fundo de igual nombre, al arribar al fundo pedimos permiso para entrar a sus tierras y acercarnos a la formación rocosa, los habitantes nos recibieron muy amablemente y nos dieron las respectivas recomendaciones para visitar la piedra, arribamos finalizando la tarde a la roca de inmediato se deja ver sobre la sabana, una gran masa de granito con lomas ondeantes de color negro mate con algunos focos de vegetación sobre su cima, en este lugar decidimos armar campamento, en una zona plana de la roca para descansar de la jornada de catorce horas de conducción desde la capital, grave error, la temperatura de la piedra jamás descendió y fue como armar campamento sobre un budare y armar campamento en la zona baja era darle un festín a la gran cantidad de plaga en la zona
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El canto de unas guacamayas nos indicaba el inicio de la nueva jornada de recorrido, dejamos el campamento y caminamos por su cima, solo logramos recorrer unos quinientos metros y nos gusto mucho la forma que tiene, en ella se forman islotes de vegetación los cuales albergan diferentes tipos de fauna típica de la zona, al igual nos llamo mucho la atención un valle que se forma entre ella, este queda bajo agua cuando el rio Orinoco alcanza su máximo nivel. Seguimos recorriendo la zona y tomamos rumbo franco hacia la serranía de Parguasa, aquí entramos al fundo El Pilón y de igual manera nos dieron las indicaciones correctas, de inmediato nos acercamos a la serranía y nos sorprendió lo imponente de la misma, aquí la trilla se interna en un pequeño bosque y se cruzan barios caños, se puede notar en los arboles que cuando es época de invierno no pasa ningún tipo de vehículos, al salir del bosque llegamos al Valle del Granito, de inmediato descendimos de los vehículos y nos adentramos entre todas las formaciones de roca, las ahí de múltiples tamaños y formas, es muy interesante ver como todas las rocas tienen la marca donde llega el río en invierno, parece un jardín japonés todo en perfecta armonía.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Aquí encontramos varios pozos formados dentro de las rocas como también varias rocas circulares colocadas en la cima de otras de mayor tamaño, aquí seguimos una borrosa trilla que atravesaba el valle y se adentraba a la Piedra de Parguasa, aquí ya no hay vegetación y se puede observar la magnitud de la serranía. Arribamos al playón de Parguasa, lugar donde existen dos viviendas de la Familia Carrasquel, aquí fuimos recibidos y nos permitieron acampar debajo de una buena sombra, en este lugar terminamos de pasar el día compartiendo con ellos su día a día, nos llevaron a ser un recorrido en bote hasta el playón La Laja, la cual se forma de una gran piedra que sale de la selva y se sumerge en las aguas del rio Parguasa, desde este punto se puede ver otra parte de la serranía, esta laja también sirve de puerto a una comunidad cercana la cual tiene conucos en la sabana.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Caída la noche compartimos un poco más con la familia Carrasquel en su jornada de pesca, al arribar de nuevo al campamento notamos que dentro de las viviendas estaban prendiendo fogones para espantar un poco la plaga la cual estaba muy fuerte, en ese momento comentamos, “si a ellos que están acostumbrados los molestan, con nosotros van a hacer fiesta”; una buena cena acompañada de mucho repelente y forrados de ropa fue lo normal de la velada, nos retiramos temprano bajo el abrigo de los mosquiteros y una noche mas fresca nos brindo el descanso necesario para la siguiente jornada
 
 
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Muy temprano preparamos dos bolsos de ataque y empezamos el recorrido de la piedra de Parguasa, una fuerte inclinación de roca nos dio la bienvenida y siguiendo las indicaciones del amigo Luis Carrasquel tomamos el sendero marcado sobre la roca, al arribar a la cima nos percatamos del verdadero lugar donde nos encontrábamos, desde allí se puede ver lo grande del Orinoco, la belleza de la sierra con sus paredes de granito negro mate, el color ocre de las aguas del rio Parguasa, puedes ver lo infinito de la sabana, en este lugar es cuando dices, “no soy nada”, que pequeños somos ante la inmensidad de la naturaleza, aquí lo que respiras es paz, energía pura, aquí es cuando das gracias a Dios por permitirnos vivir en una tierra tan hermosa, la euforia es tan grande que olvidas el calor, la plaga, las catorce horas que faltan para retornar a casa, en conclusión, el viaje se pago.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Continuamos recorriendo la cima y visitamos un islote de vegetación con varios arboles llamados indio desnudo, muchas plantas xerófilas, varias rocas circulares de gran tamaño, nos percatamos de las raras formas que se tallan sobre la piedra por la erosión; a donde se viera hay cualquier cosa que te llama la atención, nos acercamos al borde y el fuerte vértigo te hace retroceder, es una caída libre hasta el rio de mas de ochenta metros de altura, continuamos rumbo este y nos percatamos que la piedra se une con dos mas de menor tamaño, decidimos visitarlas también, la gran adherencia que ofrece la piedra te permite caminar por inclinaciones de fuertes ángulos, en la parte baja de los valles se forman grandes grietas erosionadas por el agua de lluvia. Al llegar a la segunda cima decidimos hacer un alto para una merienda y disfrutar de una vista de un valle que parece de las películas de Jurassic Park y una buena sombra, desde aquí vimos la tercera cima y continuamos hacia ella, ésta tenía la característica de tener muchas formaciones de pozos y estos dejaban un rastro de agua que caía hacia el río, es esta zona había mas vegetación por la mayor acumulación de agua.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Ya en la tercera cima nos percatamos de la marca del agua cuando el río obtiene su máximo nivel, desde este punto nos fijamos por donde entra e inunda el Valle del Granito, al ver esto decidimos bajar y recorrer el lado sur de la piedra, aquí caminamos por varias lomas ondulantes, donde la marca del agua nos indicaba la altura donde nos encontrábamos, desde este punto se puede observar las marcas que deja el agua cuando desciende de la cima, encontramos pozos con agua y algunos con pequeños peces, siguiendo el recorrido avistamos varias formaciones tipo cueva las cuales tenían agua en su interior, en esta zona la temperatura es muy alta, debido a que no hay ninguna sombra, la corriente de aire es cortada por la piedra y la superficie de la roca emana el calor acumulado.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En este trayecto nos encontramos una gran roca que formaba una cueva, decidimos acercarnos y descansar un rato bajo su sombra, al llegar nos metimos de inmediato bajo su sombra, la temperatura era muy agradable y hasta corría una brisa fresca, mientras disfrutábamos de la vista un miembro del equipo detecto en una pared una marca de color ocre, y de inmediato nos percatamos que no era una sola figura eran pinturas rupestres indígenas, estábamos ante una galería de dibujos, aquí pasamos largo rato observando la pared y nos percatamos de lo antiguo y sagrado del lugar donde nos encontrábamos, estas pinturas eran echas en lugares de importancia, son marcas territoriales o indicadores de lugares sagrados para alguna comunidad cercana, aquí todo el equipo quedo atónico con el lugar, no podíamos creer lo que encontramos y lo bien que se conservaban las pinturas, estas se mantienen bien al estar protegidas de la lluvia y el sol por la cueva, es increíble que se mantengan así ya que, son hechas con pintura de componentes naturales, empezamos a escudriñar todos los huequitos y rincones de la cueva para ver si encontrábamos algo más, pero no tuvimos éxito.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Seguimos nuestro recorrido mas eufóricos aún, si el viaje se había pagado ahora tenía una firma de antigüedad importantísima, continuamos por la ladera sur y mirábamos hacia arriba y hacia atrás y era impresionante ver todo lo que habíamos recorrido, ya llevábamos cinco horas de recorrido, desde las siete de la mañana, sin darnos cuenta empalmamos con la trilla marcada por los vehículos y ya sabíamos que estábamos muy cerca del campamento, al arribar el Sr. Luis estaba un poco preocupado porque creía que nos habíamos extraviado por tardar tanto, de inmediato le preguntamos sobre la cueva con las pinturas y nos conto que el la conocía desde hace mucho tiempo, ya que, el lleva viviendo hay 38 años, nos conto que era un cementerio y que antiguamente habían cerámicas y cestas con esqueletos al igual que dos esqueletos envueltos en corteza de arboles pero todo esto fue retirado por unas personas que estaban haciendo unos estudios indígenas de una universidad. Luego de esto volvimos al Playón La Laja para refrescarnos y celebrar la extraordinaria caminata y prepararnos para el largo retorno a la capital.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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